Agroforestería sintrópica en pocas palabras
La agroforestería sintrópica es una disciplina que trabaja en generar (y mantener) sistemas de equilibrio agroforestales; es decir, con árboles y plantas cultivados.
Se crean sistemas que mantengan un equilibrio y se sostengan sin necesidad de imputs externos. ¿Cómo? Diseñando plantaciones que contengan no solo el elemento que queremos obtener (como una fruta o una madera de gran calidad), sino con otros que les ayuden a esos principales: mediante el aporte de materia orgánica, de sombra en estadios inciales (su juventud) o en momentos de exceso de sol, mediante la fijación de nitrógeno, etc.
La sintropía requiere un manejo regular, entre otras cosas, de podas regulares; que devuelvan al suelo esa materia orgánica y que mantengan la entrada de luz necesaria en cada momento para el elemento principal.
Se habla en muchas disciplinas de «imitar a la naturaleza», y esta es claramente una de ellas, se imitan las fases de creación de bosque, cuidando que el climax sea de los elementos principales (es decir, que se van descartando elementos en el tiempo para no tener un bosque de esos que trabajan de auxiliares).
Esto en pocas palabras, pero hay mucho más… es un mundo apasionante.
Hicimos hace poco una formación intensiva con un grupo estupendo en La Vera de la mano de Juan Gabriel Sánchez y Walter Sanders de la asociación El Bosque de todos .
Estábamos deseando ponerlo en práctica y como nos han regalado un joven ciruelo claudio (gracias Ángeles – Casavieja), qué mejor que plantarlo siguiendo algunas pautas de la agroforestería sintrópica a sumar, claro, a las del diseño de permacultura. Os cuento:
Ubicación y protección del frutal principal
Primero hay que pensar en el propio ciruelo y qué requiere: aunque de adulto necesita de frío para su floración y de 6 a 8 horas de luz solar, los árboles jóvenes han de crecer al abrigo de otros elementos. También hay que destacar que su temperatura máxima es de 35 grados.
Tenemos detectado que el lado este de nuestro terreno, en las partes más altas, recibe el aire más frío, quizá demasiado cuándo es tan joven. El sol más fuerte es del oeste en verano, del que ha de estar algo protegido. Y como es un frutal que se puede ir recogiendo según van madurando las frutas, necesitamos que esté en un lugar de fácil acceso y por el que pasemos a menudo.
Hemos encontrado un sitio bastante acorde: Al lado este de un almendro dulce adulto, cerca del acceso principal y de dónde estará el aula y además protegido de ese aire del norte por unas piedras de granito que había en el lugar. Esas piedras no son muy altas y cuándo el árbol crezca tan solo le cubrirán la base del tronco, dejando que el resto reciba el aire frio que necesita.
Sistema: acompañantes
Placenta. Rumex induratus (vinagrera) y guisantes.
Esa ubicación tiene mucha «vinagrera» espontánea que nace de forma esporádica. Esta planta concretamente es la «Rumex induratus» también llamada acedera (pero la acedera para mi es otra: la Rumex acetosa, que tiene las hojas más grandes) . Bien, pues esta crea macizos arbustivos de hasta 80cm justo en primavera y verano.
En la asesoría de Miguel Llorente, detectamos que el suelo que había debajo suya era oscuro y de calidad y nos propuso que la usáramos con esta función, pero no sabíamos su nombre concreto. Observando más, sabemos ahora que surge tras abandonos de restos de poda que dejó nuestro antecesor en el suelo. Es muy abundante y resiste bien el paso de la desbrozadora.
Esto la convierte en una magnífica planta que cubre la función de «placenta» en agroforestería sintrópica: es decir, protectora inicial.
Sale rápido y fácil y hace sombra en los momentos más duros; se puede podar luego en otoño/invierno y permitir la entrada de más luz. Tiene la ventaja de que es perenne, por lo que no necesitas ir plantándola en las sucesivas etapas y al aguantar bien el desbroce, su mantenimiento es sencillo aportando materia orgánica y estructura al suelo dónde se encuentra.
Además es muy bonita: los tallos altos sacan una flor parecida a la «lunaria», como de nácar, pero muy chiquita…y muy abundante; que parece plateada y rosada, dependiendo de la luz. Cuando se pierde, los tallos se transforman en color burdeos, tiñiendo de otoño los macizos. Sus hojas pequeñas laceoladas, son además comestibles.
Como para hacer el hoyo hemos tenido que romper algo de la vinagrera, hemos añadido unas semillas de guisante, que aportan nitrógeno al suelo y sirven de acompañante también en la primera etapa entre que la vinagrera se recupera en la parte sur del sistema.
Fijación de nitrógeno: Piorna (creo que es «Genista hystrix»)
Siesta de primavera :) con cobertura de Piornal
Esta fabácea, que se transforma en macizos florales amarillos entre junio y julio, surge también espontáneamente; llegando a ocupar todo el espacio en terrenos degradados. Por tanto es buena pionera. Los ejemplares de más edad se secan pero se quedan en el lugar, ardiendo fácilmente. Por lo que si se quieren mantener para que hagan su función, como es nuestro caso, quizá sea buena idea además de tener siempre sembrados ejemplares más jóvenes, eliminando los viejos; rodearlos de plantas más de hoja verde y suculentas.
Más: Mezcla de semillas a voleo.
Hemos dejado una serie de semillas variadas en los bordes del sistema y entre la vinagrera, pero sin remover la tierra para no dañarla más; son semillas de flores, arbustos florales y trébol, con la idea de desbrozarlos en otoño o invierno y que generen más materia orgánica, para ampliar la tierra disponible de buena calidad.
¿Qué falta? Para completar el sistema, tendríamos que disponer de algún árbol más al suroeste pero no muy denso, de rápido crecimiento y de hoja caduca que proporcione algo sombra en verano cuándo el ciruelo sea más alto; manteniendo una temperatura menos extrema. En este caso, no disponíamos y lo hemos pospuesto.